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México ante los aranceles de Estados Unidos: desafíos y oportunidades

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Sábado 5 de abril, 2025

3 Minutos de Lectura

El pasado 20 de enero Donald Trump inició su segundo mandato presidencial de los Estados Unidos, y a escasos días de su nuevo mandato emprendió una serie de acciones destinadas a cumplir sus propuestas de campaña en tema de aranceles y comercio, entre ellas una orden presidencial para establecer la política América Primero, la cual ordena a varias agencias federales investigar prácticas comerciales extranjeras injustas, manipulación de divisas entre otros temas relacionados.

Además, el mandatario declaró emergencia nacional en la frontera sur de Estados Unidos, lo que preparó el terreno para aplicar aranceles del 25% en importaciones de México y Canadá, al igual que importaciones provenientes de China. Estas medidas se implementaron el pasado 4 de marzo bajo la Ley de Poderes Económicos Internacionales de Emergencia (IEEPA), dicha decisión se encontraba suspendida para México, debido a una serie de pláticas entre ambas administraciones; y fue así, ante esta incertidumbre, que dicha medida otorgó una excepción para México y Canadá desde el pasado 7 de marzo, siempre y cuando los productos que se exporten de esos países a Estados Unidos, cumplan con los requisitos de reglas de origen conforme a lo estipulado en el Tratado de Libre Comercio México, Estados Unido, Canadá, denominado “TMEC”.

La relación comercial entre Estados Unidos y México es profundamente interdependiente. Basta decir que en 2024 más del 77% de las exportaciones mexicanas tuvo como destino Estados Unidos y sectores como el manufacturero —especialmente la industria automotriz— han sido los principales beneficiados del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TMEC) desde su renegociación; cabe destacar que esta dependencia también expone a nuestro país a los vaivenes de la política estadounidense, especialmente en el contexto de un creciente proteccionismo, nacionalismo y tensiones comerciales con China que, en muchas ocasiones, crean un daño colateral a la industria mexicana.

Si hacemos un acercamiento a nuestra realidad, el sector automotriz —pilar fundamental de la economía mexicana— se encuentra entre uno de los más afectados. Con 37 plantas en operación y una producción anual de más de 5 millones de vehículos, las principales armadoras de origen estadounidense dependen de la manufactura en México para abastecer a su mercado, a su vez, la industria electrónica —que ha registrado un crecimiento del 40% en comercio interregional desde la implementación del TMEC— podría tener un freno en su avance y una posible interrupción de la cadena de suministro y la pérdida de competitividad afectaría a miles de empleos y a la economía en general.

Por lo que en caso de que la medida de aplicar un arancel del 25% se vuelva a implementar aun cuando los productos lleguen a considerarse como originarios, no solo elevaría los costos de producción, posiblemente influiría en la decisión de futuras inversiones en el país, con ello, las empresas manufactureras de nuestro país enfrentarían una situación crítica que deterioraría a las industrias en general. Esta decisión podría encarecer los productos hechos en México en el mercado estadounidense, reduciendo su competitividad y posición en la cadena de suministro, lo que pondría debilitar a sectores clave como el automotriz y el electrónico.

Es posible que dichos aranceles tuviesen graves consecuencias para la industria proveedora de vehículos de Estados Unidos, aumentando los costos para consumidores y socavando la cadena de suministro altamente integrada de América del Norte, que es crítica para la propia competitividad de Estados Unidos.

Por lo que en caso de que la medida de aplicar un arancel del 25% se vuelva a implementar aun cuando los productos lleguen a considerarse como originarios, no solo elevaría los costos de producción, posiblemente influiría en la decisión de futuras inversiones en el país, con ello, las empresas manufactureras de nuestro país enfrentarían una situación crítica que deterioraría a las industrias en general. Esta decisión podría encarecer los productos hechos en México en el mercado estadounidense, reduciendo su competitividad y posición en la cadena de suministro, lo que pondría debilitar a sectores clave como el automotriz y el electrónico.

Es posible que dichos aranceles tuviesen graves consecuencias para la industria proveedora de vehículos de Estados Unidos, aumentando los costos para consumidores y socavando la cadena de suministro altamente integrada de América del Norte, que es crítica para la propia competitividad de Estados Unidos.

La industria manufacturera de América del Norte se enfrenta a un gran reto que requiere monitorear cambios regulatorios, revisar programas de cumplimiento, perseguir la eficiencia operativa, enfocarse en la gestión de riesgos y participar en la defensa y colaboración de las industrias, y sobre todo, hacer un análisis para determinar que los productos que se exporten a Estados Unidos cumplan con los mínimos requerimientos establecidos en el TMEC, para que en todo caso, si la medida de suspensión continúa para México, no le sean aplicable los aranceles del 25%.

La nueva política arancelaría presenta un desafío significativo para la industria manufacturera mexicana, pero esta situación también debe ser vista como la ventana de oportunidad definitiva para México. Es el momento ideal para diversificar el comercio exterior y reducir la dependencia de un solo mercado; es crucial fomentar el desarrollo del consumo interno para fortalecer la economía nacional y crear un entorno más resiliente ante las fluctuaciones de la política comercial internacional. Aprovechar esta oportunidad permitirá a nuestro país mitigar los impactos negativos de los aranceles y posicionarse como un actor más competitivo y autosuficiente en el escenario global.

Fuente: https://www.eleconomista.com.mx/empresas/mexico-aranceles-estados-unido-desafios-oportunidades-20250403-753213.html